La frustración se apodera del entrenador mexicano Javier Aguirre cuando intenta innovar en su esquema y jugadores, como demostró ayer en la igualdad 2-2 ante Corea del Sur. El episodio recordó a aquel enfrentamiento contra Japón, donde el experimento fallido le costó caro al Tri.
En este caso, Aguirre parecía tener controlado el partido, pero su decisión de cambiar el juego y traer a más futbolistas al campo terminó por desestabilizar la formación y permitir que Corea del Sur igualara. La oportunidad de ganar ventaja con un gol se convirtió en una desatención para México, que parecía condenado a la derrota.
Sin embargo, justo cuando todo parecía perdido, Santiago Giménez surgió con un golazo que rescató el empate y le dio aliento a Aguirre y su compañero delantero Raú Jiménez, quienes llevan el peso de competir por llenar el ojo al entrenador nacional. Ellos son los artífices del juego ofensivo de México, y su rendimiento es crucial para que el Tri tenga opciones reales de avanzar en la competición.
Aguirre no puede evitar sentirse frustrado cuando su experimento no da frutos. Sin embargo, como entrenador debe aprender a tomar decisiones racionales y no dejar que sus emociones le guíen las acciones. En este sentido, el partido ante Corea del Sur fue un valioso ensayo para él y su equipo.
México es un equipo que depende en gran medida de la creatividad y la habilidad individual de sus jugadores, como lo son Giménez y Jiménez. Sin embargo, también es un equipo que requiere una estructura sólida y una defensa compacta para evitar el golpeo en casa.
En este sentido, Aguirre debe encontrar el equilibrio entre innovar y conservar la identidad del juego. Debe darle confianza a sus jugadores y permitirles expresarse en el campo, pero también debe mantener un ojo puesto en la defensa para evitar que Corea del Sur aproveche los errores.
La igualdad ante Corea del Sur fue un golpe duro para México, pero no necesariamente un revés. Fue un partido que reveló las fortalezas y debilidades de Aguirre y su equipo, y les dio la oportunidad de aprender y crecer. En última instancia, el objetivo de cualquier entrenador es ganar partidos y competir por títulos, pero también es importante desarrollar a sus jugadores y crear un estilo de juego que sea identificable con el equipo.
México tiene un camino difícil por delante, pero si Aguirre puede encontrar la forma de combinar su creatividad con una defensa sólida, el Tri puede sorprender en la competición.